Si cada diciembre notas que todo se vuelve más luminoso, cálido y ritual —luces, playlists “cozy”, reencuentros y planes que buscan pausa— no es casualidad. Muchas de estas costumbres tienen raíces en un acontecimiento real, antiguo y profundamente humano: el solsticio de invierno. Esa fecha —alrededor del 21 de diciembre en el Hemisferio Norte— marca la noche más larga y el día más corto del año. Más allá del dato astronómico, sigue ocupando un lugar sorprendentemente firme en la cultura actual. Y aquí va el porqué.
El hecho: ¿qué ocurre exactamente?
La Tierra está inclinada, y durante el solsticio de invierno uno de los polos se aleja al máximo del Sol. El resultado es simple: menos horas de luz. Pero a nivel simbólico y cultural, este punto del ciclo anual marca el regreso de la luz: desde ese día, las... Continuar leyendo...